“La amistad es como un árbol: hay que regarla, sino no crece”.
Esa fue la frase que nos dijo Marilyn, una psicopedagoga de la escuela a un grupo de 4 preadolescentes que buscábamos el significado profundo de la vida que empezábamos a transitar con nuestros pies.
Nunca la olvidé.
Y sobre la base de esa frase es que construí mi propio bosque.
Y me siento afortunada y privilegiada de poder decir, 37 años después, que a mí me faltan dedos